El pasado 15 de junio Estrella Moreno Laiz, directora del IDTP presentó en la facultad de Teología de Vitoria su tesis doctoral Identidades líquidas y conversión cristiana: la propuesta del evangelio a la generación milennial.
Los millennials son la generación nacida entre los 80 y 90, en la actualidad tienen unos 40 años. Adultos jóvenes con altos niveles de preparación, hiperconectados, sometidos a una realidad laboral muy precaria, despolitizados pero sociales, igualitarios en las relaciones de género y más corresponsables, pero con dificultades de estabilización de vivienda, hogar y familia… Bastantes de nosotros.
Moreno Laiz caracteriza su identidad como versátil, indeterminada y transitoria; individuada, teñida de narcisismo; reflexiva, electiva y decisional; compleja y sutil, en permanente construcción, en red, estética y consumista. La tesis no escamotea las consabidas dificultades de conexión con la Iglesia, pero señala, a partir de un pequeño trabajo de campo, cuatro lugares donde es posible un diálogo evangelizador: la experiencia, la resonancia, la transparencia y la vulnerabilidad.
Cuatro lugares donde es posible un diálogo evangelizador
La experiencia. Frente a la doctrina, la tradición o la misma idea de la transmisión, que viene de otros, la experiencia, en primera persona, como punto de partida. Propone que sea en torno a la ecología, el gusto por la belleza, la experiencia solidaria, la corporalidad, la libre reflexión grupal, el protagonismo… Experiencia, por supuesto, que necesita ser interpretada y acompañada de lenguaje creyente, de Evangelio.
La resonancia. Toma el concepto de resonancia de la acústica y la aplica a los vínculos “vibrantes” de la persona consigo, con su cuerpo, con los otros y con el mundo (H. Rosa). Los sujetos tardomodernos, se encuentran a la búsqueda permanente de relaciones responsivas y experiencias resonantes en todos los ámbitos. Sin embargo, viven una crisis general de las condiciones de resonancia. Para que haya resonancia hace falta una voz propia, indisponible, no instrumentalizable. La tenemos, el Evangelio lo es, pero ¿cómo hacer que sea resonante a los millennials? Tiene que ver con los lugares físicos del encuentro, estéticamente más amables y seculares. Con la escucha activa a la persona, una escucha creadora de vínculo interpersonal. Con el lenguaje, no de madera, sino un nuevo lenguaje que haga vibrar el corazón de las personas; lenguaje simbólico, visual, multi-sensorial, digital… Una comunicación digital, más que tecnología, es un estilo de vida, ambiente y cultura.
La transparencia. Otorgan valor a la transparencia. Valoran el testimonio creíble y rechazan la opacidad. Es la hora del testimonio personal e institucional. Por otra parte, están más abiertos al lado misterioso de la realidad, lo no controlable y explicable.
La vulnerabilidad. Como experiencia colectiva. Es importante ayudar a vivir la vulnerabilidad propia y a encontrarse con la ajena, fruto de la injusticia en el mundo. Una vulnerabilidad vinculada a la corporalidad, como física, psique y emoción. También es una llamada a descubrir la vulnerabilidad de Dios y de la Iglesia en su modo de estar en el mundo. Buen ejemplo de ello fue el impacto provocado por el Vía Crucis de Francisco en Roma en el corazón de la pandemia de la Covid-19.
La conversión, en el centro de este diálogo evangelizador.
La ya doctora no plantea un diálogo complaciente con la cultura millennial. Pone nada más y nada menos que una categoría fuerte, la conversión, en el centro de este diálogo evangelizador. Un cambio en sus estilos de vida. Pero este diálogo, como hemos visto, también exige una conversión pastoral de la Iglesia. No fácil. En el acto de defensa de la tesis, la doctoranda lanzó una pregunta pertinente. ¿Qué grado de heterodoxia está dispuesto a asumir el Magisterio de la Iglesia?
Para ella, la clave es la vuelta al núcleo del kerigma, al Jesús es Señor del Evangelio. Una oportunidad para revisar la formulación de la fe y la doctrina, para desprenderse de mediaciones culturales adquiridas con el tiempo, que lejos de hacer vibrante el anuncio lo abotargan. El diálogo evangelizador con las nuevas generaciones exige una nueva inculturación de la fe. En efecto, la clave de la misión es hacer una propuesta no desde proyectos ideológicos recauchutados sino desde una fe que escucha atenta la vida. Es lo que hizo Jesús, el Kyrios, mirar a las personas, hasta en los pequeños detalles, en su latir más profundo, para ofrecer respuestas de “Vida a vida”.
El diálogo evangelizador con las nuevas generaciones exige una nueva inculturación de la fe.
El tribunal, presidido por el decano José Antonio Badiola, y formado por Roberto Calvo, Estela Aldave, José Ramón Pascual y José Ignacio Calleja, como director de la tesis le otorgó la máxima nota. El acto contó con la asistencia de familia, amigos y una buena representación de la diócesis de Bilbao, con el obispo Joseba Segura a la cabeza y los compañeros del equipo del IDTP.
Artículo: Carlos García de Andoin