31M Miradas creyentes: «Miradas que cuidan»

Por Alicia Suso, educadora social de Cáritas.

Miradas que cuidan

Poco nuevo que decir. A estas alturas de la crisis casi todo se ha dicho, se ha pensado, se ha comentado, se ha escrito, se ha grabado en vídeo o se ha colgado en redes sociales…

Todas nos hemos convertido en analistas de una crisis que evidencia otras crisis (quizás menos analizadas que ésta)

Y en medio de todo ese ruido quizás nos hemos olvidado de mirar. Mirar qué pasa en la calle cuando nos asomamos a las ventanas (o a los balcones que nos convierten en confinadas privilegiadas). Mirar qué pasa en otras ventanas. Mirar qué sucede en las caras y en las expresiones de nuestras vecinas y vecinos en cada interacción con las de enfrente. Mirar a la gente que sale, que está en la calle. MIRAR con mayúsculas, con una mirada amplia, que no oprime, que detecta pobrezas sutiles, que reconforta, que cuida, al fin y al cabo.

Si miramos bien, veremos que la vida ha cambiado de escenario. Se ha reducido a uno único: las casas. Y las casas, desgraciadamente, no siempre son hogares, no siempre nos acogen, no siempre constituyen ese espacio seguro, cálido, amable… El cambio de escenario no trae consigo necesariamente que la obra de teatro sea diferente. A veces es la misma, pero se complica porque el nuevo atrezzo nos dificulta la vida, nos incomoda, o nos expulsa.

Hay asimetría en el confinamiento. Hay problemas que se agudizan en casa. Hay personas en nuestros pueblos y ciudades que viven hacinadas. Hay familias numerosas que viven en una habitación. Hay casas que no tienen unas condiciones mínimas para cocinar, ducharse, descansar o hacer deporte, y mucho menos para hacer una videollamada con la gente querida. Hay personas con enfermedades mentales que sufren de manera especial el confinamiento. Hay miedos que ni nos imaginamos. Hay inseguridades, ansiedades y temores que quizás también hayamos experimentado, y no siempre hay recursos para mantenerlos a raya

Por eso es importante mirar, y ensanchar la mirada, llevarla más allá de las pantallas de nuestros móviles y ordenadores, mirar con cuidado, y con ternura. Y si miramos con los ojos de Dios, sufriremos con el que sufre, haremos las vidas de otras un poco nuestras, no juzgaremos injustamente que alguien salga a la calle, nos incomodaremos, saldremos de nosotras por un momento… y, sobre todo, estaremos construyendo, también durante el confinamiento, un mundo un poco mejor.

Lo vamos a necesitar, todas, todos.

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