Por José Ángel Arzuaga, médico internista
Desendiosarnos … desde la UCI
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Me preguntan cómo estamos. Les digo desbordados completamente y muy cansados, pero con mucha colaboración y máxima disposición por parte de todos los miembros del equipo. Esto es lo mejor del momento, sin duda. También con algo miedo. Ya son varios los conocidos afectados, algunos que van a ir mal sin mucho remedio. ¡Hay que pedir fuerza y darlo todo! Y extremar la protección, porque la ubicuidad del virus le hace especialmente peligroso.
Como creyente esta experiencia de vulnerabilidad me lleva a reflexionar sobre el endiosamiento en que nos hemos acostumbrado a vivir. Las personas que formamos parte de la llamada “clase media del mundo occidental” tenemos una profunda sensación de seguridad y de férreo control de nuestras vidas en lo referente a nosotros mismos, pero también en lo concerniente a terceros e, incluso, a condiciones externas. Somos capaces de planificar nuestra vida a largo plazo y reservar, por ejemplo, los vuelos o los alojamientos de nuestras vacaciones con muchos meses de antelación, porque vivimos con la certeza de que será como nosotros los hagamos y queramos, sin interferencias mayores. Concedemos muy pocas opciones a la incertidumbre. Sin duda, nos hemos dejado invadir por un “antropocracia omnipotente y omnipresente” que, apoyada por los, cada vez más sofisticados, artilugios de los que nos dotamos, nos hace endiosarnos hasta el punto de pretender que lo gobernamos todo; incluida la naturaleza, el tiempo, el espacio finito e infinito, la vida o la muerte.