Por Mercedes Arbaiza, historiadora y miembro de la Asociación de Comunidades Cristianas Fe y Justicia.
DESCARGA la reflexión de Mercedes Arbaiza.
El día 5 de Abril acabamos nuestra tercera semana de confinamiento. Coincide con el domingo de Ramos, una fiesta que anticipa un tiempo litúrgico central para la comunidad cristiana, la Semana Santa. Siento que el tiempo litúrgico se nos ha vuelto loco y que estamos viviendo, por anticipado, el tiempo de la Pasión.
En sus tres dimensiones. Me refiero a la experiencia eucarística de la mesa compartida por un lado, al sinsentido de la muerte por otro, y, por qué no, a la interrupción de algo nuevo, de una vida que se revela en los intersticios de los bordes de lo establecido. Es como si el virus hubiera irrumpido atravesando el calendario que habíamos programado nosotros. Percibo que se abren huecos o, si se prefiere, fisuras, desde donde brota algo nuevo, de forma inesperada y, sobre todo, que debilita todo el sistema anterior. Yo diría que es un tiempo de experiencia de algo extraordinario.